En la tarde del 22 de mayo de 1938, se abrieron las puertas a una de las mayores fugas de la Europa del siglo XX. Durante meses, un grupo ha planeado la toma de la prisión con el fin de abrir sus puertas. Leopoldo Pico y Juan Alzuaz lideran el plan.
A la hora de la cena retienen al guardián encargado de repartirla. Suben a pisos superiores y reducen también a los que están ahí. Pico se viste con la ropa de uno de los guardianes, con él, un grupo no muy numeroso recorre otras dependencias y va deteniendo y desarmando al resto de guardianes. Ya son unos cincuenta los implicados en la toma del Fuerte con más de setenta rifles Mauser.
Se produce un intercambio de disparos entre los presos y centinelas de las garitas. Muchos de estos, acaban huyendo mente abajo llegando al cuartel militar de Ainzoain y a pueblos cercanos para dar la voz de alarma.
Esto hace mermar el tiempo con el que contaban los presos para que la fuga llegase a buen puerto. Son las ocho y media de la tarde cuando la puerta principal del fuerte queda abierta.
Muchos de los reclusos no fueron informados previamente de los planes de fuga, la mayoría desconoce la geografía, muchos de ellos se encuentran débiles debido al hambre y la enfermedad, lo que hace que no sepan qué hacer al encontrarse la puerta abierta de la prisión.
Había 2497 presos pero solo 795 decidieron probar suerte. En su mayoría menores de 25 años.
Desde el cuartel militar ya suben camiones llenos de soldados y potentes reflectores de luz. La caza del hombre ha comenzado.
206 de ellos serán ejecutados en el terreno, cazados con perros o abatidos en el momento. Hoy en día los montes están sembrados de cadáveres que aún están por encontrar.
Otros 586, tras ser atrapados, volverán a unas duras condiciones de prisión donde 46 de ellos murieron poco después, a los considerados “cabecillas” los fusilaron en las murallas de Pamplona tres meses después.
Tan solo 3 conseguirán llegar vivos al otro lado de la frontera, tras diez duros días de caminata, uno de ellos Jovino Fernández .
En mayo de 1938, en plena Guerra Civil, donde todavía quedaban batallas terribles por dirimir (como la desesperada ofensiva en el Ebro, la cual sellará el destino de la segunda república) encontramos el contexto histórico de esta Fuga.
El Fuerte San Cristobal, construido a finales del siglo XIX, en la cima del monte Ezkaba pasa de ser la imponente obra de ingeniería militar (en 1934) a convertirse en un gigantesco penal que albergará a más de 800 prisioneros.
Estaba considerada una de las cárceles más duras de la península. Las condiciones de vida en el penal eran extremadamente difíciles: Mala y escasa alimentación, enfermedades como tuberculosis, anemias, etc. , piojos , mucha humedad, frío, escasez de recursos para combatirlo y un hacinamiento inhumano.
Condiciones que llevarán al origen de una de las mayores fugas dadas en Europa.
¿Qué son las rutas del agua?
Antiguamente, cuando el fuerte San Cristobal se utilizaba como prisión, debido a la pésima situación que vivían los presos, muchas vecinas de Pamplona y alrededores les subían comida, agua, tabaco e incluso cogían la ropa sucia de estos y la bajaban a sus casas para lavarla y devolverla limpia.
Para ello, tenían dos rutas, una que salía desde Ansoáin y la otra desde Berriozar.
Subían el Ezkaba en alpargatas, con la dificultad que esto conllevaba, 1,4 km con un desnivel positivo de 376m si salían de Berriozar o 2,6 km con un desnivel positivo de 410 m si salían de Ansoáin. A esto se le sumaban las adversas condiciones climatológicas, como la lluvia, nieve, barro, etc. y el peso que ya cargaban ellas con comida, agua y ropa.
Estas son las rutas que utilizaremos como salida neutralizada en honor y memoria a todas esas mujeres que pusieron su granito de arena.
Próximamente haremos una quedada para el reconocimiento de estas dos rutas, ANIMATE!!!
Textos: Inspirados en "Los fugadosde ezkaba 1938" de Fermín Ezkieta.